Ayer compartimos con unos amigos y hermanos de nuestra congregación y mientras concluíamos la conversación salió una pregunta crucial ¿Cómo sabes tú que eres cristiano?

Reflexioné en algunos segundos sobre cuál sería una respuesta adecuada a dicha pregunta, puesto que considero que esta es una de las preguntas cruciales que cada creyente en Jesucristo debe saber responder de manera convincente. En los trece años que he disfrutado de los beneficios de la Gracia del Señor, más de una vez me hice la misma pregunta a fin de saber si realmente estoy en Cristo, inmediatamente me apareció el examen de la evidencia de 2 Corintios 13.5: "Poneos a prueba para ver si estáis en la fe; examinaos a vosotros mismos. ¿O no os reconocéis a vosotros mismos de que Jesucristo está en vosotros, a menos de que en verdad no paséis la prueba?".

La evidencia me lleva a una sola respuesta, según Romanos 8:16, El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, sin embargo al responder con este versículo bíblico surgieron varias preguntas relacionadas, las cuales las abordaré ampliando el horizonte al contexto de Romanos 8:1-17 que abarca la línea de pensamiento del Apóstol Pablo al exponer este pasaje.

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con El a fin de que también seamos glorificados con Él (Romanos 8:14-17).

La única manera en la que el creyente tiene seguridad y libertad del temor a la condenación es viendo que su vida permanentemente está siendo guiada por del Espíritu Santo, siendo esta una evidencia de que es mediante la obra salvífica de Cristo y manifiesta en la vida de sus Hijos, en donde Cristo nos ha libertado de la Ley del Pecado y de la Muerte, haciéndose evidente que solo en Cristo y en los méritos de Él ahora tenemos paz descansando en la Ley del Espíritu y la Vida. Esta vida nueva es dirigida por el Espíritu Santo, puesto que "...el Espíritu de verdad nos guiará a toda la verdad" Juan 16:13.

Debemos saber definirnos según las evidencias en la vida de un verdadero Creyente, o Cristiano, o Hijo de Dios, o Evangélico, o Protestante; en ocasiones pareciera ser que no sabemos cómo identificarnos debido a las evidencias negativas que han dejado aquellos que viven conforme a la carne poniendo su mente en las cosas de la carne y difamando la imagen de Iglesia y de los Santos escogidos del Señor, los tales son enemigos de Dios, reprobados por Dios con una mente y vida que solo los llevara a muerte puesto que por sus propios deseos pecaminosos se han vuelto esclavos viviendo bajo la ley del pecado y de la muerte, como señala Juan 3:36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.

¡Abba, Padre! Es el clamor de tus hijos, de sus verdaderos hijos los cuales en amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado. En El tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia que ha hecho abundar para con nosotros (Efesios 1:5-8).